Una dantesca escena que jamás olvidaré apareció en la película Los Niños del Brasil. En ella se mostraba al tristemente célebre Dr. Mengele, médico nazi que usaba a los prisioneros de guerra para sus experimentos científicos, hurgando las dentaduras de sus víctimas con un rudimentario y por demás ruidoso taladro.

Debo confesar que desde mi temprana infancia le tuve animadversión a los dentistas porque los asociaba con momentos de sufrimiento. De igual manera, por inadvertido, nunca consideré importante la función estética que los profesionales de la odontología cumplen.

Hoy en día, a la luz de los importantes avances que se han logrado en materia de técnicas, materiales e instrumentos de intervención, mi percepción sobre el tema ha dado un giro de 180 grados. Los pacientes de los centros dentales modernos ahora se preocupan más por los elementos estéticos y funcionales que por el dolor que un tratamiento pueda causar.

Ir al dentista ahora es más bien una experiencia relajante porque el ambiente del consultorio ofrece sillas ergonómicas, temperatura adecuada y ambiente musical. Además del confort, los métodos de sedación y los sofisticados instrumentos utilizados son garantía de tranquilidad y sosiego para el paciente.

En efecto, las nuevas tecnologías dentales como los equipos laser, han logrado combinar la eficiencia mecánica con la reducción sustancial y hasta la eliminación del dolor. Además, las tecnologías laser, al ser sensiblemente menos invasivas, permiten que el tiempo de recuperación del paciente sea menor.

Por todas estas magnificas razones no tenga miedo de ir al dentista y piense con el autor de Don Quijote de la Mancha, el inefable Miguel de Cervantes, que “un diente en la dentadura de un hombre es un activo más valioso que un diamante.”


por Alfredo Gonzalez Amaré

Dentista en Miami: www.dhc.dental

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